Escrito por: TEOFILO BONILLA, El Nacional
SAN FRANCISCO DE MACORIS.- El obispo de la diócesis de San Francisco de Macorís sostuvo hoy que la complicidad entre autoridades y el narcotráfico tiene muchos años, y que eso motiva que ese flagelo se haya incrementado en barrios, campos y ciudades.
Monseñor Jesús María de Jesús Moya también atribuyó el incremento de las protestas al incumplimiento de promesas de satisfacer las demandas de obras comunitarias, por parte de las autoridades.
Dijo que el problema de las drogas ha crecido porque las familias han descuidado sus deberes y a que los padres no dan seguimiento a las actuaciones de sus hijos.
Sostuvo que los padres ya no saben lo que hacen sus hijos, con quiénes andan ni a qué hora llegan a la casa.
“Tenemos unas autoridades terriblemente débiles, los salarios que reciben los llamados a combatir las drogas son muy bajos frente a un narcotráfico que busca y tiene dinero capaz de comprar a cualquiera”, apuntó.
Monseñor De Jesús Moya fue entrevistado en el programa Uno+Uno por Juan Bolívar Díaz y Rafael Toribio, y explicó que la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) y el Consejo Nacional de Drogas (CND), encargados de combatir y prevenir el tráfico y consumo de narcóticos, no realizan eficientes labores porque los presupuestos que tienen son irrisorios.
Sobre la complicidad de militares y policías en varias comunidades con personas ligadas al narco, dijo que en muchos casos se envía un director regional de la DNCD a un pueblo con un salario mensual de 10 mil pesos, y que “sin embargo los que trafican con drogas les dan 70 mil pesos semanales, y si no es serio cede a esa tentación”.
El jefe de la Iglesia Católica en la región Nordeste dijo que tiene 75 años de edad, por lo que en noviembre próximo terminará su misión en San Francisco de Macorís y pasará a ser obispo emérito cuando el Papa Benedicto XVI le entregue la orden de retiro.
En cuanto a la ola de protestas, monseñor De Jesús Moya precisó que estas se esparcen debido a que las autoridades no cumplen con la construcción de carreteras, caminos vecinales y acueductos, entre otras.
Indicó que son muchos los frutos que se pierden en los campos debido a la falta de buenas carreteras para sacar las cosechas a los grandes mercados.
“La gente del campo no disfruta de las facilidades que tienen los que residen en las grandes ciudades, como energía eléctrica, agua potable, escuelas, atención hospitalaria y otros servicios vitales, contrario a los de la zona rural que ni siquiera tienen una buena carreterita”, indicó.
Apuntó que la queja de los que viven en el campo es que pagan muchos impuestos y el Gobierno no les construye escuelas, caminos vecinales, hospitales ni acueductos.
Aunque no favorece las huelgas porque hacen perder el tiempo y paran la producción, señaló que “es el único recurso que tiene el pueblo para reclamar las obras que necesitan cuando ve negligencia de los funcionarios en cumplir sus promesas”.
Criticó el hecho de que mientras funcionarios prometen construir carreteras, puentes, acueductos, escuelas, instalar energía eléctrica, mientras las comunidades ven pasar meses y años sin que se produzca el inicio de esas obras.
“Reitero que no estoy de acuerdo con las huelgas, pero al pobre no le dejan otro camino que paralizar las actividades”, insistió.Entiende que la huelga de los médicos es un problema que debió ser resuelto hace 30 años, y que pese a que no hay dinero y se alega que muchos de ellos no trabajan, consideró que debió llegarse a un acuerdo con galenos.
SAN FRANCISCO DE MACORIS.- El obispo de la diócesis de San Francisco de Macorís sostuvo hoy que la complicidad entre autoridades y el narcotráfico tiene muchos años, y que eso motiva que ese flagelo se haya incrementado en barrios, campos y ciudades.
Monseñor Jesús María de Jesús Moya también atribuyó el incremento de las protestas al incumplimiento de promesas de satisfacer las demandas de obras comunitarias, por parte de las autoridades.
Dijo que el problema de las drogas ha crecido porque las familias han descuidado sus deberes y a que los padres no dan seguimiento a las actuaciones de sus hijos.
Sostuvo que los padres ya no saben lo que hacen sus hijos, con quiénes andan ni a qué hora llegan a la casa.
“Tenemos unas autoridades terriblemente débiles, los salarios que reciben los llamados a combatir las drogas son muy bajos frente a un narcotráfico que busca y tiene dinero capaz de comprar a cualquiera”, apuntó.
Monseñor De Jesús Moya fue entrevistado en el programa Uno+Uno por Juan Bolívar Díaz y Rafael Toribio, y explicó que la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) y el Consejo Nacional de Drogas (CND), encargados de combatir y prevenir el tráfico y consumo de narcóticos, no realizan eficientes labores porque los presupuestos que tienen son irrisorios.
Sobre la complicidad de militares y policías en varias comunidades con personas ligadas al narco, dijo que en muchos casos se envía un director regional de la DNCD a un pueblo con un salario mensual de 10 mil pesos, y que “sin embargo los que trafican con drogas les dan 70 mil pesos semanales, y si no es serio cede a esa tentación”.
El jefe de la Iglesia Católica en la región Nordeste dijo que tiene 75 años de edad, por lo que en noviembre próximo terminará su misión en San Francisco de Macorís y pasará a ser obispo emérito cuando el Papa Benedicto XVI le entregue la orden de retiro.
En cuanto a la ola de protestas, monseñor De Jesús Moya precisó que estas se esparcen debido a que las autoridades no cumplen con la construcción de carreteras, caminos vecinales y acueductos, entre otras.
Indicó que son muchos los frutos que se pierden en los campos debido a la falta de buenas carreteras para sacar las cosechas a los grandes mercados.
“La gente del campo no disfruta de las facilidades que tienen los que residen en las grandes ciudades, como energía eléctrica, agua potable, escuelas, atención hospitalaria y otros servicios vitales, contrario a los de la zona rural que ni siquiera tienen una buena carreterita”, indicó.
Apuntó que la queja de los que viven en el campo es que pagan muchos impuestos y el Gobierno no les construye escuelas, caminos vecinales, hospitales ni acueductos.
Aunque no favorece las huelgas porque hacen perder el tiempo y paran la producción, señaló que “es el único recurso que tiene el pueblo para reclamar las obras que necesitan cuando ve negligencia de los funcionarios en cumplir sus promesas”.
Criticó el hecho de que mientras funcionarios prometen construir carreteras, puentes, acueductos, escuelas, instalar energía eléctrica, mientras las comunidades ven pasar meses y años sin que se produzca el inicio de esas obras.
“Reitero que no estoy de acuerdo con las huelgas, pero al pobre no le dejan otro camino que paralizar las actividades”, insistió.Entiende que la huelga de los médicos es un problema que debió ser resuelto hace 30 años, y que pese a que no hay dinero y se alega que muchos de ellos no trabajan, consideró que debió llegarse a un acuerdo con galenos.